
La foto que Pablo Leguizamón le sacó a Bergoglio y que vuelve a recorrer el mundo
Fue en 2008.
En tiempos donde la imagen lo es todo, hay capturas que trascienden la inmediatez y se convierten en huellas de una época. Tal es el caso de la fotografía tomada por el reportero gráfico Pablo Leguizamón —porteño de nacimiento y viedmense por elección—, quien el 24 de mayo de 2008 registró una escena que hoy, con el paso del tiempo, adquiere una dimensión simbólica aún más profunda.
La imagen muestra al entonces arzobispo de Buenos Aires y cardenal primado, Jorge Mario Bergoglio, viajando en la línea A del subte, en el trayecto entre Plaza Miserere y Plaza de Mayo. Era el día de la celebración de Corpus Christi, y el cardenal se trasladaba como cualquier pasajero más, entre rostros anónimos, en silencio, con la mano dentro del abrigo y la mirada serena, como si ya supiera que su destino iba más allá de aquellas estaciones.
“La subo nuevamente porque es de mi autoría”, escribió hoy Leguizamón al volver a publicar la foto, que una vez más fue levantada por algunos de los diarios más prestigiosos del mundo. La sencillez del gesto, la humanidad del momento, y la mirada directa del futuro Papa Francisco, hacen que esta imagen resuene hoy con la misma potencia que aquella primera vez.
A veces, una foto no necesita palabras. Pero esta, además, viene acompañada de una historia de vida: la de un fotógrafo que, cámara en mano, supo mirar donde otros tal vez no reparaban. Y la de un hombre de fe que, antes de llegar a Roma, caminó y viajó por Buenos Aires, compartiendo el mismo vagón con la gente común.
Desde Viedma, donde Pablo Leguizamón eligió echar raíces, esta foto suya sigue recorriendo el mundo como un testimonio íntimo y poderoso de un Papa que nunca dejó de ser humilde.